Cuan falso sería esto. La posibilidad de tener todo lo que se puede comprar produce una felicidad transitoria porque no podemos comprar talento, ni amor desinteresado ni mucho menos podemos comprar sabiduría ni contacto real con nuestra alma.
La felicidad no depende del dinero ni de la buena salud y ni siquiera de evitar el envejecimiento y la muerte.
La felicidad permanente es la que acompaña a la esencia de la verdad.